Aunque parezca imposible, debemos aprovechar las ventajas de un período sin entrenar. Podemos utilizarlo para alejarnos de nuestra rutina, cargar las pilas y volver con más fuerza, ó también para recuperarnos de lesiones que no acaban de curar por no descansar completamente, etc. Pero este período de inactividad debemos adaptarlo a nuestro estilo de vida deportivo y que no suponga una ruptura con nuestra pasión.
Las razones por las que tengas que dejar de entrenar pueden ser variadas: lesiones, trabajo, viajes, etc. La inactividad afecta tanto a tu fuerza como a tu resistencia. Podemos reducir los perjuicios que producirán estas paradas si seguimos los siguientes consejos:
A nivel cardiorespiratorio o de resistencia, la pérdida de la forma física dependerá de cómo estabas antes de esa parada. En los atletas de élite se produce un descenso muy rápido en las 3 primeras semanas, y luego existe un período de alrededor de 12 semanas dónde la pérdida es muy lenta.
En los deportistas de un nivel medio o personas que apenas entrenan, no se aprecia el descenso acusado de las 3 primeras semanas, pero a partir de ahí sí que se produce un descenso rápido hasta llegar a un nivel apenas superior al de personas sedentarias.
Consejos para evitar los inconvenientes de la falta de entrenamiento
Existen dos premisas que debemos cumplir para minimizar los efectos de la inactividad deportiva:
1. Comer menos. Debemos tener en cuenta que vamos a consumir menos calorías diariamente. Por consiguiente, debemos ingerir menos calorías en nuestra alimentación.
2. Realizar alguna actividad. Por ejemplo, si normalmente estás corriendo 3 veces por semana y no puedes hacerlo, al menos intenta andar a paso rápido para ir al trabajo. Si la inactividad es por lesión es posible que te impida correr, pero consulta a tu médico o fisioterapeuta si puedes cambiar la carrera por cualquier otra actividad aeróbica: bicicleta estática, elíptica, remo, etc.
Si el problema lo ha ocasionado un viaje podemos tener la previsión de buscar un hotel con gimnasio donde al menos podamos realizar algo de trabajo cardiovascular o adaptar nuestras actividades turísticas a la actividad física (excursiones, salidas a caballo, actividades en la playa, etc.)
Existe un consenso entre los profesionales de la actividad física y el deporte que nos dice que el nivel mínimo de actividad física recomendada es de 30 minutos al día. Ésto sería una actividad equivalente a la marcha a un paso constante (marcha rápida) al menos 5 días por semana, lo que representa 150 minutos por semana.
Podemos sustituir esta actividad por cualquiera que nos dé una sensación de calor y que cause una respiración ligeramente más rápida que la normal. Ejemplos de actividad de intensidad moderada incluyen la marcha rápida, nadar, hacer bicicleta o bailar.
Si es un problema de desmotivación hacia la actividad que llevas practicando durante años, no te preocupes, nos ha pasado a todos. Lo mejor es recurrir a las cosas que más te diviertan y tengan un componente de actividad física:
Pasear en bicicleta, tai-chi, natación o una "pachanga" de basket con tus amigos. Lo importante es cambiar tu rutina y no estar parado.
La natación es positiva en muchos casos de lesión, ya que podemos elegir el estilo que menos perjudique a dicha lesión. Y además con el trabajo en el agua podemos trabajar tanto los músculos como el corazón.
Aunque hemos hablado de actividades casi exclusivamente de carácter cardiovascular no debemos olvidarnos de recomendar el trabajo de fuerza ya que solo las actividades que soportan un cierto peso aumentan la densidad mineral del hueso, y a largo plazo, contribuyen a reducir el riesgo de osteoporosis (una condición en relación con la fragilidad ósea).
Igualmente es aconsejable que realicemos sesiones de estiramientos ya que éstos podemos realizarlos casi en cualquier lugar y momento. Y recuerda que el cuerpo y los músculos tienen memoria y que cuando vuelvas entrenar con ganas e ilusión enseguida volverás a tu nivel deportivo.