Si evitáis cometer los diez errores que vamos a enumerar en una serie de artículos, puedo aseguraros que creceréis al máximo de vuestro potencial y que además lo haréis rápido. Hoy comenzaremos con los 3 primeros errores que debemos evitar y en días posteriores hablaremos de los otros 7.
A menudo nos obcecamos tanto con emplear cualquier cosa o sistema que pueda significar una ayuda al progreso, que los árboles nos impiden ver el bosque. Los expertos aseguran que el crecimiento que producen los esteroides se debe más a sus acciones anticatabólicas que a las anabólicas propiamente.
Usando esa misma analogía, estoy convencido que muchos de esos que no están satisfechos con sus progresos harían mejor en revisar sus rutinas para no cometer fallos que van en contra del crecimiento, en lugar de esforzarse una y otra vez en aplicar los últimos consejos del culturista o entrenador de moda.
Cuando se mira el culturismo desde la perspectiva que sólo proporcionan los años y la experiencia de cientos o miles de casos, se da uno cuenta que en realidad no es tan complicado como quieren hacernos creer algunos. Como tantas otras cosas se basa en el sentido común principalmente.
No me atreveré a decir que tengo las respuestas a todo, pero sí que sé a ciencia cierta cuales son los errores más comunes que comete la mayoría y que constituyen los obstáculos que les impiden progresar.
No es posible ganar tamaño sin alimentarse bien, pero hay que ser selectivos con lo que se come. Acompañadme por este recorrido y seguro que os veréis identificados en algún momento.
La información que sigue es útil para todos los culturistas, pero lo es especialmente para los que se entrenan por medios naturales.
1º PROHIBIDO NO CALENTAR
Empecemos por el principio. El calentamiento es mucho más importante de lo que podéis imaginar. Algunos lo ven como una pérdida de tiempo o según ciertos sistemas, un despilfarro de energía que debe guardarse para emplearla en el entrenamiento efectivo propiamente. Craso error.
El calentamiento cumple dos funciones absolutamente esenciales, debe preparar el cuerpo y todas sus estructuras al esfuerzo duro que seguirá y protegernos de las lesiones.
Si nunca habéis sufrido una lesión, desconocéis el calvario que significa. Dolor, incapacidad para entrenar y pérdida de lo obtenido hasta entonces son consecuencias de una lesión, que en algunos casos podría incluso llegar a destrozar una carrera.
Si os dicen o leéis que más vale llegar frescos al gimnasio y atacar los grandes grupos cuando estáis rebosantes de energía, eso es una invitación directa a la lesión.
El calentamiento ha de cumplir sus dos funciones vitales, preparar al cuerpo a rendir al máximo y abrir las vías neuromusculares de cada movimiento para extraer lo mejor.
Para preparar el cuerpo a rendir a su máximo, basta con 10 minutos de actividad cardiovascular, como la cinta de andar o la bicicleta, para acelerar el ritmo cardiaco, elevar la temperatura y la respiración.
Antes de realizar ninguna serie dura es necesario una, dos o hasta tres más ligeras para adaptar las articulaciones y la mente a emplearse al límite.
Un principiante que mueve muy poco peso puede salir airoso con una simple serie más ligera antes de las principales, pero uno intermedio o avanzado puede necesitar tanto como tres, especialmente en ejercicios que implican el empleo de mucho peso y la intervención de varias articulaciones, como el press, la sentadilla, el press militar o las dominadas.
2º NO EMPEZAR POR LAS ZONAS MÁS FUERTES
Este es un error que cometen tanto principiantes como avanzados: comienzan a entrenar por sus mejores grupos.
Es cierto que aquellas partes que machaquéis al principio de la sesión lo serán mejor, por la sencilla razón que en el inicio es cuando disponéis de más entusiasmo y energías, por eso mismo hay que aprovecharlas para entrenar los grupos menos desarrollados o rezagados.
Los buenos, los que responden bien y disfrutáis entrenándolos, debéis dejarlos para el final, porque siempre os responderán bien y los entrenaréis con satisfacción.
Por ejemplo, si los femorales están planos, no comencéis a entrenar las piernas por los cuádriceps, sino por los femorales. Esa es la única manera de llegar a evitar las desproporciones y los grupos rezagados.
3º NO OBSESIONARSE CON SUBIR DE PESO
Sin duda habréis oído y leído que el signo más sencillo de constatar el progreso es el incremento del peso. Y es cierto, pero dentro de unos límites.
¿Cómo saber a ciencia cierta si estáis progresando? Por los niveles de fuerza.
Si sois capaces de mantener un aumento gradual de los pesos que utilizáis o podéis hacer más repeticiones con la misma carga, entonces seguro que estáis progresando.
Sin embargo, no resulta fácil seguir poniendo más y más kilos en la barra, especialmente si queréis seguir usando discos de unidades enteras. Muchos gimnasios ni siquiera disponen de discos de medio kilo y algunos ni de kilo, sin embargo, llega un punto en el que hasta en ejercicios como la sentadilla o el press de banca no es posible añadir un kilo, ni medio más por lado.
A pesar de que las máquinas tengan puntos de ajuste, es imposible que se adapten a las peculiaridades articulares de cada uno, las barras y mancuernas sí.
Buscad discos de fracciones de kilo, o incluso utilizad arandelas grandes que puedan ponerse en la barra. Este es un truco de la vieja escuela que siempre funciona.
Comprad en una ferretería un juego de varias arandelas que puedan colarse por la barra y llevadlas en vuestra bolsa del gimnasio. No dudéis en añadirlas a los ejercicios para garantizar un aumento de 200 o 300 gramos, aunque os parezca ínfimo ese incremento es un paso en la buena dirección y os permitirá saber que seguís progresando y con el paso del tiempo vuestros logros serán importantes, sobre todo cuando miréis atrás.
Si quieres saber más sobre los 10 errores que nos impiden crecer, aquí encontrarás la segunda entrega y aquí la tercera y última entrega.