¿Por qué nos dicen constantemente en el gimnasio que mantengamos la espalda recta, o incluso que nos apoyemos en la pared en determinados ejercicios?
A diferencia de los animales cuadrúpedos donde su columna vertebral soporta su estructura corporal como si se tratase de un puente colgante, los humanos por lo general estamos en posición erguida, y por ello, nuestras vértebras deben mantener la verticalidad y descansar sobre los discos intervertebrales que hacen las funciones de amortiguación.
Lo que en determinado momento de la evolución fue un paso adelante para poder mejorar nuestra visión del entorno, el uso de los brazos, etc., también nos aportó una enorme desventaja: la presión a la que están sometidos los citados discos intervertebrales simplemente para mantener la posición de pie, caminando o sentados.
Cuando añadimos a nuestro propio peso corporal algún peso extra aumenta de manera exponencial esa presión que se transmite a través de nuestra espalda y piernas hacia el suelo, y mucho más cuando ese peso se va alejando de nuestro eje vertical.
Dependiendo de la posición del peso extra que movamos (o incluso de la inclinación de nuestro cuerpo en determinado ejercicio) la musculatura lumbar o de la espalda baja posee una gran desventaja biomecánica y debe soportar y generar fuerzas mayores al verdadero peso levantado, y por esta razón se concentran tantas lesiones en esta zona.
Este tipo de lesiones son en muchas ocasiones de naturaleza crónica. Producen un debilitamiento de la musculatura lumbar y en muchos casos son difíciles de curar. Para evitar estos problemas debemos ser estrictos en la realización correcta de los ejercicios que involucren a esta zona.
La mayoría de hernias discales se localizan en esta zona. Entorno al 85-90% de las hernias de la columna vertebral o espalda se sitúan entre las vertebras L4-L5 o L5-S1. No deben sorprendernos estas cifras si conocemos las exigencias a las que sometemos dicha zona durante nuestros ejercicios.
Cuando sujetamos un peso con los brazos delante de nosotros y el cuerpo lo tenemos inclinado hacia delante se genera una gran fuerza sobre los discos intervertebrales de la región lumbar-sacra, y aumenta cuanto mayor distancia exista entre nuestra zona lumbo-sacra y el centro de masa del peso levantado.
Un ejemplo claro de esta diferencia serían los ejercicios de encogimientos de hombros, donde el peso es cercano a nuestro cuerpo y el recorrido del mismo nunca se aleja. Y por tanto la tensión de la zona lumbo-sacra es menor que, por ejemplo, cuando realizamos una elevación frontal de hombros con barra, donde el peso se aleja mucho de nuestro cuerpo.
Debido a esta distancia horizontal los músculos erectores producen fuerzas 10 veces mayores al peso levantado, y esas fuerzas actúan con un efecto compresivo sobre los discos intervertebrales, lo que produce las lesiones.
Por ello, cuando trabajemos con pesos y ello suponga la inclinación de nuestro cuerpo hacia delante, la zona lumbar debe adoptar una postura adecuada para que nuestra espalda baja se mantenga recta, o mejor aún, arqueada. Esa posición exagerada evitará en un alto grado la compresión de los discos y la distensión de los ligamentos de la zona.
Para la realización de esfuerzos con pesos donde el tronco se incline al frente, es necesario adoptar una postura en la que la espalda baja se mantenga recta, o mejor aún, arqueada. Esta posición evitará en alto grado la compresión de los discos y la distensión de ligamentos. Además en esa posición los músculos pueden generar fuerzas más elevadas y eficientes para realizar el movimiento.