Todavía hay quienes se engañan pensando que están grandes, cuando en realidad simplemente están gordos. Existe una corriente de 'volumen a toda costa' que ha perdido la perspectiva real de las cosas y se ha dejado embarcar en una carrera sin freno hacia el volumen sin más. Para estos obcecados de la báscula solo parece existir una meta: aumentar el peso corporal tanto como les sea posible,cayendo en la trampa de volumen a cualquier precio.
Las medidas de por sí no significan gran cosa. Un brazo grande, enorme pero tapado como si fuese el de un camionero obeso, no impresiona ni seduce a nadie. Sin formas, sin detalles y por consiguiente sin belleza.
Un brazo impresionante de verdad es aquel recorrido por una gruesa vena que va del deltoides a la mano, que ante cualquier movimiento tanto el bíceps como el tríceps se agolpan debajo de la piel, se mueven y muestran sus formas estriadas y llenas de protuberancias y surcos. Aunque las medidas reales del segundo sean inferiores a las del primero, es no obstante infinitamente más bello y sobre todo más impactante a la visión del que lo contemple.
La belleza del músculo de calidad
Podríamos abrir un debate respecto al excesivo culto al cuerpo, y tendríamos opiniones para todos los gustos. Pero para los que trabajamos en un gimnasio, o incluso si preguntamos a la gente en la calle, tanto en el hombre como en la mujer apreciamos y valoramos un cuerpo terso, duro y bien moldeado donde no tenga lugar la flacidez ni la adiposidad.
Curvas esbeltas en ellas y músculos duros en ellos. Sólo la calidad cuenta y vale la pena. Si os obsesionáis por la masa a ultranza y devoráis miles de calorías con tal de hacer subir la medición de la báscula, entonces podéis caer en la trampa del volumen sin calidad. Y diga lo que diga el artilugio de pesar, sencillamente estaréis gordos y arruinaréis vuestra estética natural, sea la que sea.
No quiero desmerecer a nadie, porque admiro profundamente a los halterófilos y a los powerlifters (ambos verdaderas fuerzas de la naturaleza), pero amigos aquí hablamos de músculo, de culturismo, de belleza plástica, y ninguno de los deportistas antes mencionados la tienen, al menos para los cánones de los que nos sentimos culturistas.
Sí, yo quiero masa, tanta como pueda, pero siempre que sea muscular, de calidad, de músculo sólido y duro como la piedra, ¿Carne blanda? No, gracias. Nada realza más un cuerpo que una cintura prieta, dura, grabada y bien dibujada, y eso sólo puede obtenerse si se elimina la grasa.
De modo que tened bien presente lo que queréis y lo que de verdad vale la pena. Un cuerpo voluminoso y tapado como un oso, ó uno esbelto, recortado y esculpido hasta los mínimos detalles.
Ese es el verdadero músculo de calidad.
El primer paso es la masa
No me malinterpretéis ante lo anterior. Tampoco os estoy exhortando a conformaros con ser pequeños por estar definidos. Rotundamente no. Hay que ponerse lo más grande posible, eso sí, pero no gordos.
Está claro que se puede tener un cuerpo bien recortado sin tamaño, pero eso tampoco proyecta el impacto que todos nosotros queremos, ni de lejos. No, la masa es básica y es el primer paso para lograr el derecho a ser distinguido en la calle como un culturista, así que veamos cómo conseguirla.
Entrenar para adquirir masa
El primer paso es diseñar una rutina de entrenamiento específicamente para adquirir masa muscular. Y no hay tantos secretos en este sentido. Cuando buscáis la masa centraos en los ejercicios que más la proporcionan, los básicos, aquellos que implican a más de una articulación y por tanto a más de un grupo.
Hablamos de movimientos tales como los presses de banca para el pecho, las sentadillas y la prensa para las piernas, los remos, los pesos muertos y las dominadas para la espalda, los presses militares o los remos al mentón para los hombros, y las flexiones de brazos con barra para los bíceps y las extensiones para los tríceps.
El músculo necesita un esfuerzo intenso para desencadenar la hipertrofia pero también precisa regenerarse para crecer, de manera que no entrenéis más de cuatro días por semana ni más de una vez cada grupo en ese periodo.
Realizad una media de doce o catorce series para las piernas, diez o doce para la espalda, ocho para hombros y pecho, y con seis para tanto los bíceps como los tríceps habrá suficiente. Ojo, no estamos hablando de series a medio gas, ni de esas que habitualmente hacen los que sólo acuden al gimnasio a hablar o para ponerse en forma, estas series a las que me estoy refiriendo son brutales, mortales, asesinas, agotadoras de necesidad, porque son las únicas capaces de despertar hasta la última fibra de un músculo.
Es decir, cada repetición de cada serie ha de ser hecha con máximo control, con una subida acelerada y una bajada lenta y una cadencia rítmica hasta alcanzar el fallo momentáneo. Es decir, hasta que no podáis realizar ni una más, por mucho que lo intentéis.
Antes de esas series brutales haréis otras más ligeras de calentamiento, que no contaréis entre las que os acabo de recomendar. Ésas forman parte del calentamiento, necesario por supuesto, pero que no producen la hipertrofia que buscamos.
En los ejercicios de piernas completad de doce a quince repeticiones por serie, de diez a doce para la espalda, de ocho a diez para el pecho y los hombros y de seis a ocho para los brazos.
No deis por terminada nunca una serie hasta que os resulte absolutamente imposible hacer una repetición completa más y procurad incrementar el peso siempre que podáis.
Entrenad así y creceréis, no lo dudéis.