Las figuras de la mitología clásica como Apolo, Atlas, Sansón y Hércules, así como la de los héroes modernos, como Superman, Batman y el Increíble Hulk, presentan además de un aspecto de culturista, una característica común. Son una interpretación ficticia de hombres con poderes sobrenaturales cuya historia ha pasado oralmente de generación en generación hasta convertirse en una verdad inapelable.
Este aspecto de la tradición aplicada al gimnasio me preocupa, y debería preocupar a todos los culturistas. Es la mitología de cómo nos entrenamos con pesas. A pesar de su buena intención, los culturistas experimentados suelen transmitir con una fe ciega una serie de falsedades mitológicas y demasiado previsibles al instruir a los noveles.
Estas falacias se repiten una y otra vez en un intento por explicar cómo se logra un físico sobrenatural. Las ideas se aceptan de manera inconsciente como las verdades del entrenamiento con pesas. En mi opinión, este es el lado malo de la mitología del culturismo y debe corregirse.
Supongo que mis puntos de vista sobre las falsedades de los mitos del gimnasio suscitarán polémica porque gran parte de lo que tengo que decir respecto a los ejercicios del culturismo desafía las verdades que todo el mundo ha aceptado y ha respetado durante muchos años. Ahí voy.
Mi perspectiva es puramente clínica. Cuando califico un ejercicio o un método de ejecución de malo, me refiero a que puede producir lesiones, aunque sea excelente para desarrollar masa muscular. No me interesa el mejor movimiento o programa de entrenamiento para lograr el máximo desarrollo muscular.
Los beneficios de cada ejercicio se ven contrarrestados por un cierto riesgo, la presencia del cual se ha infravalorado durante demasiado tiempo. Es posible elegir movimientos que producen los resultados musculares deseados al tiempo que reducen o eliminan el riesgo de lesiones.
Os preguntaréis cómo he llegado a esta conclusión. Como he dicho, mis principios en cuanto a los mitos del culturismo tienen un cariz clínico. He visto a muchos miles de culturistas lesionados, he oído relatos no sólo de la aparición del dolor y de los ejercicios que lo han agravado, sino de lo mermadas que han quedado sus capacidades y yo mismo he sufrido la mayoría de las lesiones más frecuentes en el culturismo, por lo que, con paso lento pero seguro, empecé a relacionar las causas y los efectos.
Esta conexión se ha producido después de más de 10 años. Como resultado, ha nacido en mí una gran preocupación que a menudo raya en alarma cuando veo que personas bienintencionadas siguen y transmiten las típicas falsedades mitológicas. Y sí, suele tratarse de entrenadores personales e instructores.
La mayoría de las lesiones que se producen en el culturismo podrían evitarse simplemente eliminado las falacias que se hallan en la mitología de este deporte. Abarcan errores muy diversos, como la ejecución errónea de los ejercicios, la variación insuficiente en la selección de los movimientos, la mala elección de los ejercicios (es decir, el elevado riesgo de lesión que entrañan los movimientos escogidos) y la mala interpretación del fin de un ejercicio y de su realización segura.
Naturalmente, este tipo de errores cubre un vasto territorio y resulta imposible tratar todos los detalles. De momento, bastan los tres mitos siguientes (algunos de mis preferidos) para demostrar que los errores que provocan lesiones no sólo son frecuentes, sino que están bastante extendidos.
1er mito: "Sin dolor, no hay progresos"
Este viejo adagio necesita ir acompañado de una aclaración si deseamos evitar la habitual degradación de "sin dolor, no hay progresos" a "sin cerebro, no hay progresos".
El dolor muscular (la quemazón de la congestión, la fatiga absoluta o las molestias del día siguiente) es el único dolor aceptable. Los demás, como el dolor de las articulaciones, tendones o ligamentos, representan un peligro. Su presencia revela la existencia, el inicio o el agravamiento de una lesión.
Entrenarse a pesar del dolor es un error. En primer lugar, porque si se trata de dolor muscular, los músculos no se han recuperado lo suficiente de la última sesión y deben descansar más, pues de lo contrario se corre el riesgo de dañar gravemente el músculo. Y en segundo lugar, porque la lesión puede empeorar.
En resumen: si existe dolor en las series de calentamiento y en los movimientos ligeros, deteneos. Lo más probable es que sólo necesitéis descansar, modificar la estrategia del entrenamiento y someteros a un tratamiento profesional.
2º mito: "El press de hombros tras nuca es obligatorio"
Incluso realizando este ejercicio con corrección, la base de la nuca, la parte superior de la espalda y las articulaciones de los hombros quedan expuestas a una tensión excesiva. Recomiendo hacer press frontal y elevaciones laterales inclinado para lograr un desarrollo equilibrado de los deltoides y reducir el riesgo de manera considerable.
Si el riesgo es elevado y podéis obtener los mismos beneficios con otros movimientos, cambiad.
3er mito: "Las rodillas deben tocar el pecho en el press de piernas"
Aunque la mayoría de las personas lo desconoce, el press de piernas profundo (según mi experiencia) causa más problemas en la zona lumbar que las sentadillas.
Primero, el movimiento completo del press de piernas es principalmente un ejercicio de glúteos (no de cuádriceps) y, por lo tanto, no se trabaja el músculo que se desea.
Segundo, cuando las rodillas se encuentran sobre el pecho, la zona lumbar y la del sacro (la base de la columna vertebral) se dobla de manera incorrecta, abre las articulaciones considerablemente y comprime los discos (una posición peligrosa).
Un modo más seguro y eficaz de realizar este ejercicio y de trabajar los cuádriceps consiste en no flexionar las rodillas más de 90 grados y detenerse dos o tres segundos antes de elevar el peso.