Seguimos hablando sobre la problemática entre el consumo de grasas y de carbohidratos. Hoy hablamos de la insulinorresistencia y presentamos la dieta ideal para perder grasa y mantener el músculo.las grasas o los carbohidratos
Otro problema de los carbohidratos: la insulinorresistencia
La insulinorresistencia es un problema de salud que está causando una verdadera epidemia en los países occidentales y cuyo origen es el exceso de hidratos de carbono en la alimentación.
La hipoglucemia, la diabetes y las infecciones por Candida albicans constituyen una lacra que afecta a millones de personas y que tienen que ver con los excesos de azúcar en la sangre y con la insulina.
Puede que todavía no sepáis que químicamente todos lo hidratos de carbono, sean un caramelo o una patata, una vez digeridos acabarán como glucosa en la sangre. Es decir, los boniatos, las patatas, el arroz, la pasta, el pan, los bollos, y hasta los cereales y verduras, aunque no son inicialmente azúcar simple, una vez pasado el proceso digestivo se convienen en simple glucosa.
La glucosa llega a la sangre para proporcionar energía inmediata, pero resulta que el cuerpo está diseñado para funcionar con muy poca cantidad. En condiciones normales de ayuno el nivel es de 70 a 100 miligramos por decilitro (mg/dl). Pero como ese nivel se eleva considerablemente después de una comida alta en carbohidratos el cuerpo lo interpreta como una anormalidad y suena la señal de alarma.
Como cualquier diabético sabe, un exceso de azúcar en sangre es muy peligroso y hay que bajarlo como sea. Ese mecanismo es una señal que recibe el páncreas para liberar insulina, la hormona que prepara la glucosa para una de estas tres funciones:
1) para ser quemada de inmediato como fuente de energía.
2) para convertirla en glucógeno y almacenarla en los músculos e hígado.
3) para transformarla en triglicéridos. O sea, grasa corporal, y acumularla en aquellas zonas menos activas del cuerpo como reserva energética.
Cuando el cuerpo se ve constantemente expuesto a niveles excesivos de glucosa y por consiguiente de insulina, llega un momento en el que las células se vuelven refractarias, o insensibles, a la constante exposición a la insulina y se produce la insulinorresitencia. Así se vuelven refractarias y no la absorben al mismo ritmo, con los problemas de salud que se derivan, principalmente la diabetes.
Si consumís carbohidratos y no los quemáis, tenéis todas las posibilidades de que éstos acaben en los depósitos de grasa.
Está claro que hacer ejercicio continuamente es un antídoto contra los problemas derivados del consumo excesivo de carbohidratos, por eso hacer deporte está recomendado a los diabéticos. Pero es más lógico atacar el problema en su raíz limitando su ingestión.
El cuerpo puede funcionar bien sin tantos azúcares
Puesto que durante nuestra evolución éramos fundamentalmente carnívoros, el cuerpo se ha adaptado a realizar una gran cantidad de actividad con niveles bajos de glucosa.
Sin embargo, ahora es posible que en el desayuno toméis hasta 100 gramos de hidratos, que luego inundarán de azúcar la circulación y a menos que tengáis una actividad agotadora físicamente, esa cantidad es más que suficiente para manteneros activos un par de días. La presencia de glucosa en sangre anula cualquier posibilidad de eliminación de la grasa subcutánea, porque la insulina anula la secreción de glucagón, y aun en el caso de que hagáis ejercicio para gastarla sólo estaréis evitando que esa glucosa se convierta en tejido adiposo, pero no reduciendo el existente.
La reducción de los carbohidratos reduce la grasa
Cuando el cuerpo se halla en situación de ayuno el nivel de glucosa se encuentra entre los 70 y 100 ml/dl, el nivel de insulina es normalmente bajo y entonces la fuente primordial de energía es la grasa, a fin de mantener el nivel de azúcar estable para emplearla ante una posible exigencia de actividad intensa no prevista, como huir de un depredador y para alimentar al cerebro.
Por consiguiente, es posible quemar grasa sin ni siquiera hacer ejercicio ni sudar una sola gota: basta con reducir la ingestión de hidratos y durante las 24 horas del día, con la simple actividad normal, estaréis reduciendo la adiposidad. Y claro, cuando os ejercitáis entonces el cuerpo se convierte en una máquina de quemar grasa.
Cuidado, no obstante, con el ayuno. Aunque es cierto que ese estado es el que reduce los niveles de glucosa hasta el punto en que se activa automáticamente la eliminación de la grasa, si os excedéis también perderéis músculo, por eso no es aconsejable el ayuno más que el nocturno, durante el resto del día basta con reducir bastante los hidratos y sustituirlos por proteína para preservar la masa muscular.
Es importante subrayar que las grasas buenas cuando se ingieren junto con los carbohidratos contribuyen a moderar su velocidad de liberación y a atenuar la respuesta insulínica a los azúcares.
La dieta ideal para perder grasa y mantener el músculo
¿Cómo alcanzar ese control sobre el azúcar sanguíneo?
Simple. Llevad una dieta que incluya proteínas completas, grasas buenas y pequeñas cantidades de carbohidratos fibrosos y de bajo índice glucémico que no estimulen la producción excesiva de insulina.
En términos de porcentajes os recomiendo que las proteínas ocupen del 40 al 50%, las grasas del 25 al 30%, y los hidratos del 25 al 30%.
Las proteínas obtenedlas de las carnes magras, los huevos, los órganos cárnicos, los pescados y mariscos, las aves de corral y los productos lácteos.
Cuando hablo de las grasas buenas éstas las encontraréis en las propias carnes, las yemas de los huevos, los lácteos, los aceites de oliva, de lino y de otras semillas, los frutos secos, los aguacates y los pescados azules.
Por el contrario evitad las grasas saturadas como las de los embutidos, las conservas, las salsas y margarinas, etcétera. No todas las grasas son saludables.
Los carbohidratos más indicados son los cereales integrales, las legumbres, las ensaladas, las verduras al vapor, algunas frutas cítricas y las hortalizas.
Pero sobre todo evitad otros tales como los dulces, los pasteles, los productos de bollería industrial y cualquier alimento refinado como los de harina blanca, galletas, pizzas, zumos, frutas pasas, miel, azúcar, pan blanco, bebidas azucaradas, etcétera.
Controlad los azúcares y veréis como esos músculos se definen
Si controláis la ingestión de carbohidratos y equilibráis la dieta con grasas buenas y proteínas, el cuerpo pasará inmediatamente a usar el tejido adiposo como fuente de energía las 24 horas del día, 365 días al año y hagáis lo que hagáis como actividad.
No, no es ninguna quimera. Es un hecho científico y biológicamente contrastado.
Si seguís estos principios dietéticos podréis acceder por fin a ese cuerpo duro, seco y musculoso con el que tanto habéis soñado y por el que tanto os habéis esforzado.